Juan Villoro y Sérgio Rodrigues charlan sobre literatura y futbol

Por: Iván Serrano Jauregui

Durante la FIL 34 los escritores participan en charla virtual, presentada por la Embajada de México en Brasil

 

Hace 50 años la pasión futbolera eferveció de forma muy peculiar durante el Mundial México 1970, del que la selección de Brasil, que incluía a Edson Arantes do Nascimento​ “Pelé”, resultó campeona; y con ello nació un hermanamiento internacional que dejó un imaginario hasta hoy existente, gracias a las letras.

 

Sobre esta relación entre la palabra y el juego platicaron el mexicano Juan Villoro y el brasileño Sérgio Rodrigues durante la videocharla “Literatura y futbol”, que presentó la Embajada de Brasil durante la primera jornada de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) 34.

 

Ambos escritores, referentes de la literatura en la que el futbol es el protagonista, coinciden en que la palabra se ha encargado en generar una mitología alrededor del futbol.

 

Villoro aseguró que “es importante la relación entre la palabra y el futbol, en general, para crear mitologías instantáneas”.

 

“Pienso en los antiguos locutores que tenían que recrear la situación de un partido para que la gente entendiera lo que estaba sucediendo, no sólo en las canchas, sino en las tribunas: si el estadio estaba lleno, cuál era el ánimo”, agregó.

 

Con su precisa forma de contar, Villoro compartió que cuando dichos cronistas se trasladaron de la radio a la televisión se vieron frustrados, pues contaban lo que ya se veía en la pantalla.

“Uno de estos locutores de transición se llamaba Ángel Fernández; él reinventaba el juego, podía ser el partido más aburrido del mundo y él lo convertía en Guerra de Troya”.

 

“Él bautizaba a jugadores en forma inolvidable: un delantero brasileño espléndido, Evanivaldo Castro ‘Cabinho’, era buenísimo pero tenía una característica bastante brasileña: cuando fallaba un gol, con sangre ligera se limitaba a sonreír; entonces Ángel Fernández lo nombró como ‘El Hombre de la Sonrisa Fácil’, un apodo memorable y muy literario”.

 

Lo mismo hizo con Enrique Borja, que por su nariz prominente le puso “El Gran Cyrano”, por Cyrano de Bergerac; al Cruz Azul lo llamó “La Máquina Celeste” y al Estadio Azteca “El Coloso de Santa Úrsula”.

 

“Como los rapsodas griegos (Ángel Fernández) contaba la gesta en tiempo real; él influyó mucho en mi generación para aplicar estos recursos a la literatura: contar con palabras que pudieran ser emocionantes lo ya sucedido”, dijo.

 

Recordó que Fernando del Paso hizo crónica futbolística en el Mundial de España 1982; el poeta Antonio Deltoro escribió sobre cómo “el futbol es la venganza del pie contra la mano”; Rafael Pérez Gay escribió Sonido local. Piezas y pases de futbol.

 

“Pero todo esto es reciente, pues se rompió el prejuicio de que el futbol pertenecía a la vulgaridad del pueblo, que era indigno de la alta cultura. A partir de los años 70 se empezó a escribir más de futbol”, recordó.

 

Refirió que cuando la Selección Mexicana quedó eliminada del Mundial de 1970 el país entero se puso del lado de Brasil. “México ganó de manera vicaria, sustituta. El poeta mexicano Carlos Pellicer tiene un verso que dice: ‘El verde se alimenta de amarillo’”, que se asocia con las camisetas de ambos equipos.

 

Quien estuvo encargado de moderar la charla fue el Embajador de Brasil en México, Mauricio Lyrio, quien le pasó la bola a Sérgio Rodrigues sobre la consideración de que los locutores de radio influyeron en cómo se juega futbol en Brasil.

 

“Esa es una de las ideas del personaje principal de mi libro O drible (El regate), Murilo Filho, quien tiene la hipótesis del estilo brasileño de jugar al futbol, lleno de efectos especiales, ha sido una creación de los viejos locutores radiofónicos, que describieron batallas épicas, cuando en verdad era un espectáculo humilde”, confesó.

 

“Ese descompás entre narración y realidad no era compatible, y uno de los dos debía de cambiar, y como los locutores no iban a ceder jamás, era necesario que los jugadores hicieran un esfuerzo sobrehumano para intentar estar a la altura de lo que las mentiras que la radio contaba, y así nació el futbol brasileño”, describió Sérgio Rodrigues.

 

Si bien Rodrigues no afirma esa tesis, sino Murilo Filho, demuestra cómo la palabra define el imaginario sobre la cultura futbolística en todo un país, o incluso el mundo.

 

“Había una deuda por parte de la literatura brasileña porque la novela no estaba a la altura, no daban el peso que tenía el futbol en nuestra cultura general. Hay una relación entre la novela y el futbol, como si fueran dos formas de organizar y contar historias, dos artes narrativos”, describió.

 

Durante la charla los tres participantes hablaron también sobre cómo la lengua portuguesa y española, de distintos países, han aportado vocabulario: “estar fuera de lugar”, “esperar el silbatazo final”, “me metí autogol”, son metáforas que se aplica a todo, desde política hasta asuntos cotidianos.

 

Para disfrutar de esta charla de nuevo se puede ingresar al canal de YouTube de la FIL en este enlace.